Yo, yo no recuerdo; no recuerdo nada.
Nuestra nave clandestina delineaba redondeles en los umbrales del mar y ustedes bailaban, fogosos, encima de cándidas sogas desprovistas de anclas. Bebíamos licor de ámbar, ese que arrastraba el aroma del canto de los tordos.
La ciudad se derramaba en sus confines, allí donde yace, donde dura el horizonte y se desplazan nuestros jóvenes labios.
A lo lejos, quisiera recordarlos. Quizá escribirlos era hacerme de ustedes para siempre.
¿como hacerse
de esa lengua
que los pronuncie?
La niebla se inmiscuía deshilachando el espacio, militarizado, regente. Tú ya no veías. Ya tu no veías. Es que nada había. Y todo había. Agujerearla con las uñas, percutirla con tus volátiles manos, pensaste, mientras pensabas que pensabas en estas líneas que ahora tú escribes.
¿hasta donde
tangible
la tangibilidad
de lo
intangible?
Mínimas blancuzcas arañas arroparon mis ojos en sus telas, espesas sedas de gusanos, tersos escombros de llanto, aquél que reservamos para despedirte. Intuiste que aquellas brasas no me pertenecían.
La niebla se insinuaba. Furtivo guiño del tiempo. Murmullo insoslayable de partículas desbordadas bajo principio de incertidumbre o indeterminación.
inquieto viajante
entre tus párpados
rayos perpetuos
se contrae
ese susurro de
Afuera
ese
secreto
inevitable.
Manos tartamudas desparramaban el trazo, derrapantes bifurcaciones en la bitácora. Te pierdes. Siempre recomenzada.
la línea oceánica
deviene indiscernible
de tu
visible desaparición
paisaje amotinado de
jardines
que claman
tu muerte
pero que nunca nos despojes
de tu
sombra.
pero que nunca nos despojes
de tu
sombra.
pero que nunca nos despojes
de tu
sombra.
¿como hacerse
de esa lengua
que los pronuncie?
¿como hacerse
de esa lengua
que los pronuncie?
¿como hacerse
de esa lengua
que los pronuncie?
pero que nunca nos despojes
de tu
sombra.
¿y
si
el
tiempo
no
destruyera
nada?
1937.
Niebla
¿A cuántas leguas yace ese pueblo que falta, esa isla inevitable?
La locura viene del mar
Desesperadamente miré el reloj. Aún marcaba las siete y catorce.
Escribir por capricho, por obstinación, por obsesión. Sin decir nada: que la palabra trace su propio Afuera donde desaparece el sujeto que habla, que resuene en la telaraña que pueda resonar.
Que camine su pasillo, su jardín de pensamientos, de ese que volverá rasurada, de rostro agrietado, de ojos azules y plateados como las fuerzas de la noche.
7
7
3
3
14
¿Cómo construir una máquina para recordar? ¿Cuáles son sus piezas?
Me inquieta pensar en la ola que nunca deja de hacerse en el mar. El mar. La mer. Los mares. El mar y su inminencia infinita. Pienso en el mar. El mar.
¿Alguien podría decirme dónde está la cámara en este momento?
¿Alguien podría decirme dónde está la cámara en este momento?
256.
Maragne
si el tiempo no destruyera nada en tus ojos vivirian los mìos al borde de un estallido inminente
¿Quién?
¿Quién?
¿Cómo arrancar ese tiempo no pulsado de la vida, de la ciudad que transitamos?
Afirmar una ontología temporal: seres en tránsito, inmanencia relacional, transeúntes embebidos en el mar que es el tiempo. Devenir-araña.
III
Despejar la fuerza-tiempo, elevar la potencia de lo falso en la producción de una narración falsificante para hacerse de lo absolutamente nuevo. Narración donde lo verdadero y lo falso es estrictamente indecidible, una ciudad en los lindes de lo real y lo imaginario, delirante, fabulada. Creer en este mundo y en esos mundos minoritarios, esas islas impensadas. Hacer de la verdad algo por crear. Palabra=inexistencia manifiesta de aquello que designa
todo esto es mentira
todo esto es verdad
Ciudad imaginal, pensante, delirante, fabulada.